Epílogo

¿Recuerdas cómo nos conocimos? Me acerqué a ti y te dije: ¿Sabes? Desde que te he visto se que vas a ser el amor de mi vida. Yo no sabía ni lo que decía, solo quería captar tu atención. Tú tampoco me tomaste en serio. Sin embargo, aquella frase improvisada, resultado de exceso del alcohol y una noche de interminables miradas entre ambos, ha sido la mayor verdad que he dicho nunca.

Y es que eres la cicatriz que señala mi alma. Has marcado mi pasado, mi presente y mi futuro. Tú me enseñaste a ser feliz, tú me has hecho derrochar todas mis lágrimas y sólo tú serás mi pensamiento constante.

En cada recuerdo de felicidad que evoco, tú estás a mi lado. Lo siento, no consigo acordarme de porqué me alejé de ti. Será porque cuando marchaste, te llevaste en la maleta todos los malos momentos y tan sólo dejaste olvidado ese pedacito de ti que tanto amé.

Lo siento. Siento mi cobardía, mi frialdad y mis silencios; siento no habernos dado el digno final que nos merecíamos; siento que te fueras pensando que no me importabas; siento... que te fueras y ya no poder decírtelo.

Como siempre, llego tarde. Yo y mi maldita manía de dejarme llevar por la corriente sin decidir dónde quiero que me lleve la marea. Ahora ya no puedo quejarme, no tendría sentido. Las palabras quedaron sin decir y ahora cargo siempre con su peso. Quizá esa sea mi penitencia por cada una de las lágrimas que vertiste por mi.

Pero no mereces lamentaciones a destiempo. Así que no me quejaré más. Sólo te querré el resto de mi vida. Quizá esto también te llegue tarde, lo se. Será mi última muestra de egoísmo: déjame que tu recuerdo me acompañe siempre ¿vale? Así nunca más tendré que pasar mi noche sin ti.

Mi noche sin ti


Frío

Siento el frío muy dentro de mí y, a la vez, como si me abandonara, lejos de ti. Todo es eventual, y ni siquiera puedo ya hacerle caso a lo que siento… tan solo el frio.

Mi alma se escapa por algún lado, desangelada y vacía. La luz que alumbraba mi camino se apaga por momentos, y apenas si logro hacer una mueca de dolor ahogado. Tal vez, en otro momento y en otra situación, cualquier atisbo de pura esperanza hubiese sido casi milagroso. Ahora todo lo que me rodea no es más que la realidad, a la que ya no puedo hacer frente.

Y me queda tanto por decirte que no podría ni empezar. Es más, no lo haré. Sería hipócrita por mi parte dejarte tal cantidad de recuerdos y sentimientos que me estaría culpando para siempre, mas cuando no tiene sentido después de tanta pelea, abrir la caja de Pandora que resulta ser mi corazón.

Puede que por última vez me comporte como lo he hecho siempre, de manera extremista, lanzándome a conquistarte sin más galones que lo que sentía por ti y apenas saber que era lo que pasaba por esa cabeza loca. Puede, incluso, que nunca sepas valorar como es debido todo lo que he hecho por ti… pero así ha sido siempre. Yo siempre he sido así.

Cuesta creer que el espeso manto de miradas y gritos se vaya reduciendo poco a poco, y las luces que sostienen la ciudad se vuelvan más oscuras. Cuesta creer que hace 5 minutos intentara por última vez localizarte en el coche, camino a tu casa. Cuesta creer que no viera esa farola que amenazaba mi camino, mis sueños y mi vida…

Y ahora, cuesta creer que no te vaya a ver por última vez para decirte lo que he querido decirte todo este tiempo… Lo siento.

Supongo que, desde mi cielo, podré verte todos los días.
Aunque siga experimentando lo que es mi noche sin ti.