7. Penitencia


Hay veces en las que tan sólo hace falta un segundo para darte cuenta de que te has equivocado. El golpe de nuestros hombros me sacudió por dentro y nada más salir por la puerta me arrepentí de mi absurda huida.

Aceleré el paso intentando acallar los remordimientos pero, esta vez, me incomodaban más que de costumbre. Ni siquiera el sentimiento de culpa me hizo darme la vuelta e ir a tu encuentro. Prefiero imaginar que me odias que ver en tus ojos que te he decepcionado.

Siempre te he dado mil motivos para que pudieras enfadarte, pero nunca lo has hecho. Tienes esa infinita comprensión conmigo que nunca he llegado a entender. Sin embargo, algo me dice que esto es diferente...

Ahora eres tú quien no me contesta las llamadas. Llevo tres días intentándolo. Sé que debería dar la cara, la ocasión lo merece. Pero qué quieres, no sé ni qué decirte y se me hace más fácil mantener el tipo por teléfono. No soy capaz ni de hilar una frase decente para complementar el intento de acercamiento con un simple sms.

Así que sigo aquí, con mi patética estrategia de contacto, llamándote de nuevo. Tengo la inútil esperanza de que descuelgues con una risa exculpatoria y des por finalizado mi período de penitencia. Pero no lo haces y yo… Te echo de menos.

No hay comentarios: