16. Punto de retorno




Oscuridad, nervios e insomnio. Vuelta a la rutina de la automutilación mental e incertidumbre existencial. Vuelta a lo de siempre.

Esta es la vieja historia, la de nunca acabar. Por culpa de mi mal genio y mis prontos extremistas hago que te separes cada día un poquito más de mí, y es lo que menos deseo en este momento. Es cierto que mi carácter a veces me juega malas pasadas y te hago pasar malos ratos, pero valgo mucho más que todo eso. Hay mucho más de mí, todo lo bueno que aún no conoces.

Pero las ocasiones se van desperdiciando, el tiempo no se detiene y cada vez más tengo la sensación de que te estoy perdiendo, y va a ser para siempre. Es contradictorio puesto que no acepto mi destino como tal y quiero seguir intentando dar la razón a esa sensación interna  que me dice que eres la persona definitiva, y que estoy en el buen camino a pesar de mis errores.

Me siento alguien especial cuando tus ojos simplemente me miran, y sólo con la forma en que lo hacen reconozco que me tienes. Luego tu sonrisa, y mis sueños consagrados que permanecían dormidos florecen, con tal fuerza que no sólo hacen crecer eternas mariposas en el estómago, sino que acarician al alma, sacando de mi ser lo mejor de mí. Por esto, y por mil cosas más, sigo pensando que podrías cambiar de parecer a pesar de tu manera de afrontar el tema.

Y vuelvo al punto de siempre: si seguir intentándolo o dejarlo estar. A veces me gustaría huir, dejarlo todo atrás y ver si así serías capaz de hacer todo lo que yo he hecho por ti. Sé que cada persona es un mundo, que cada uno actúa según su manera de ser… pero, si tú estuvieras en mi lugar, ¿harías lo mismo que yo?

Te estaré esperando.
Y, por si no lo sabes ya, quería decirte que te quiero.
¿Vienes?